¿Cajas de seguridad?

Los bancos las promocionan como los espacios más seguros para la custodia de dinero, alhajas y documentos de valor económico o afectivo. Pero lo cierto es que tampoco ellas escapan a la inviolabilidad. Si bien los casos son aislados, no hacen más que confirmar la regla.

Hace unos meses, el Banco Nación, una de las instituciones más seguras del país, mostró su lado vulnerable. En la bóveda situada en el segundo subsuelo de la sede central del Nación, situada en Bartolomé Mitre y 25 de Mayo, a metros de la Casa Rosada y de la SIDE desconocidos violentaron cuatro cajas de seguridad.

Por medio del alquiler de casilleros generalmente pequeños, los bancos venden «tranquilidad». Las cajas de seguridad son «un producto que no tiene regulación de ninguna clase, ya que se trata de un contrato entre privados».

Para acceder al mismo, el usuario debe firmar con el banco un contrato de adhesión mediante la suscripción de un formulario impreso donde la entidad establece todas las cláusulas que regularán el acuerdo sin que el usuario pueda proponer la modificación de ninguna de ellas.

En este contrato, el usuario se compromete a pagar un canon periódico por el servicio, a no guardar en su caja elementos explosivos o no permitidos por la ley (como ser estupefacientes), a ingresar y egresar dentro de los horarios y días establecidos por el banco, etc. Por su parte el banco se compromete a custodiar los bienes del cliente mediante el uso de todos sus conocimientos y de su condición de experto en materia de seguridad.

Las entidades ofrecen guardar bienes tangibles y no tangibles con o sin valor económico para mayor seguridad. Quien alquile una caja evita el riesgo de tener valores (típicamente, documentación personal, joyas, acciones, etc.) en la propia casa, más expuestos a robos. Además, en estas cajas los valores también quedan protegidos de eventuales «corralitos», que aún atemorizan a ahorristas locales.

Lo que se deposita es de carácter privado. Es decir, sólo el titular y habilitados conocen el contenido de la caja. Funciona como un alquiler: «La entidad financiera permite al cliente el acceso a la caja de seguridad en el horario y condiciones pactadas (normalmente le exige la firma en un libro de visitas o de algún talonario), pero desconoce el contenido de lo que el cliente deposita en aquella, aunque el cliente se obliga contractualmente a no introducir objetos o sustancias nocivas, peligrosas, insalubres o de tráfico prohibido».

Por otra parte hay que tener en cuenta que no todas las sucursales de las entidades bancarias tienen cajas de seguridad. Los cofres de las cajas de seguridad son de distintos tamaños. Por ejemplo, (en centímetros) pueden ser de 10 x15x50; 10x30x50; 15x30x50; 30x30x50, o 30x60x50.

Las cajas de seguridad tienen una garantía en caso de robo. Generalmente, se ubica alrededor de los U$S 50.000. Este seguro fijo no contempla los valores contenidos en la caja. Sin embargo,»En los bancos internacionalmente activos que son objeto de un robo de esta naturaleza, si el cliente justifica lo que dice haber tenido en la caja se otorga ese monto en reparación en busca de mitigar el riesgo reputacional de la entidad». Hay jurisprudencia para que se repare a los que reúnan las pruebas de lo que tenían en la caja.

El costo de una caja de seguridad varía según de qué banco se trate. A los precios, en algunos casos hay que añadirle otros, el primero alude al costo mensual de una caja de ahorro si es condición de la entidad; otro, a los costos por visita adicional, cuando se supera el número de accesos gratuitos (en general, cuatro por mes o uno a la semana).

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